Cuando eres músico o un apasionado del arte de los sonidos, estás siempre en la búsqueda de nuevas formas de expresión e interpretación, nuevas formas de escuchar y entender la música, ante la expectativa de qué ocurrirá en la siguiente nota o acorde: ¿escucharé lo que ya conozco o pasará algo nuevo e inesperado que me descoloca como oyente activo y atento?
Paolo Bortolameolli es un director chileno con un alto nivel de sensibilidad, quien desde su charla TED titulada ¿Por qué nos emociona la música? me hizo pensar, después de tantos años de estudio de este arte, sobre aquello que siempre fue evidente, tan evidente, que lo pasaba por alto: la expectativa ante lo inesperado, ante eso que está por ocurrir o simplemente no me esperaba. Eso que me descoloca porque hay una memoria auditiva, como una especie de base de sonidos, que nos alerta, dice, que es lo que viene a continuación, pero que al final resulta todo lo contrario.
Es que si la música es expresión de vida, reflejo de un pensar y sentir tan humano, es imposible no contar con giros inesperados, historias que nos llenan de emoción porque nos traen expectativas (emoción) a nuestra vida. Nos cuentan su versión de un mundo lleno de fantasía, realidad e imaginación. Es como leer un libro o ver una película de suspenso, por ejemplo, y decir, ¡oh! esto no me lo esperaba.
La música es memoria, sí, pero también es mostrar nuestra versión de la historia que narramos para construir un mundo de posibilidades, de desarrollos y finales alternativos que nos invitan a escuchar una y otra vez aquello que nos sorprende. Es como el niño que noche tras noche le dice a su mamá: "por favor, cuéntame otra vez este cuento", porque sabe que siempre hay algo nuevo que descubrir a pesar de conocer el final o simplemente ver la posibilidad de “saborear” nuevamente ese mundo de expectativas inesperadas que te saca de tu zona de confort.
Y es que la vida es como la música, una sucesión de expectativas y momentos inesperados que le dan sentido y trascendencia a la vida misma, le otorgan sabor y color, aquel swing de emociones como el balanceo de un reloj con péndulo, que con su vaivén nos muestra un ritmo de sensaciones que nos permiten contar nuestra propia historia: una versión del mundo. Quizá por eso la música juega un papel capital, central, en nuestra vida, es la banda sonora que musicaliza nuestro transitar y sin la cual estaríamos llenos de silencios sin razón de ser. Diría que una vida sin música, no es vida, es un transitar sin rumbo. ¿Vieron la película La La Land? Este es un buen ejemplo de cómo podemos ponerle sonido a nuestra existencia desde la versión de un musical.
Aquí el tema City of Stars de esta producción cinematográfica para que te hagas una idea de lo que deseo decirte, parte de su banda sonora; una como la que seguro nosotros tenemos en nuestra vida.
Pero, a pesar de estas ideas me encantaría que pudieras dedicar unos minutos a ver esta breve charla TED de Paolo Bortolameolli sobre ¿Por qué nos emociona la música? y me des tu parecer. ¿Por qué hacer esto? Pues resulta que nuestra realidad es poliédrica (tiene múltiples interpretaciones) por lo que tu perspectiva, sensaciones o ideas seguro alimentarán las que comparto contigo.
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Fuente de las imágenes
Artículo publicado originalmente en Hive.