Hola, les voy a platicar de un caso personal que me ha dado mucha frustración y tristeza. Cuando uno tiene la oportunidad de platicar con personas de otros países y nos comentan de la cara negativa y obscura que muestra nuestro país al mundo en lo que respecta a corrupción y burocracia, como buenos mexicanos nos sentimos ofendidos y defendemos a nuestro país expresando que eso es un fenómeno normal que sucede en todos los países del mundo. Pero la triste realidad es que no es así, efectivamente los niveles de corrupción en México son increíblemente altos en todos los ámbitos, desde la interacción, social, laboral y deportiva, penetrando a todas las esferas sociales, baja, media, alta, la realidad es que no importa no hay diferencia. Hemos crecido tan acostumbrados a esos niveles de injusticia social y corrupción, que ya no los notamos hasta que esta nos afecta directamente, ya sea en nuestra persona, trabajo, entorno social o familia. Y con esto no quiero decir que no existe corrupción en otros países del mundo, claro que la hay, pero México se cuece aparte, es todo un caso. Muchos dirán y porque dices eso, permítanme platicarles mi experiencia personal y talvez me comprenderán.
Uno como padre siempre está buscando apoyar a sus hijos en todos sus anhelos y proyectos, y yo no soy la excepción. Me es un orgullo platicarles que mis dos hijas son unas excelentes nadadoras y waterpolistas, que aman hacer deporte y como todo atleta joven de alto rendimiento tienen sueños de algún día poder llegar muy lejos, ya sea profesionalizándose, consiguiendo una beca o porque no representando a su país en algún evento de talla internacional como las olimpiadas.