Cual suspiro al viento, vuelan ligeras,
con alas luminosas, tus tenues palabras.
Como susurro nocturno de almas enamoradas,
acariciándose suavemente entre las palmas.
Somos desconocidos para el mundo,
pero famosos por nuestros amoríos
que tempranos y tardíos nos cobijan,
bajo las sábanas del claro cielo.
Taciturnos los rostros, hundidos los ojos,
llegado el momento de la despedida,
con tristeza en el alma dolorida,
nos decimos adiós sin encono.
A la deriva va este amor
que surgió como quimera,
en noche tierna y silenciosa,
aquella última primavera.
Autora: Doris Carvajal, Ecuador
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